6 abr 2008

El farsante

Piensa, sueña, dibuja meticulosamente el proyecto de sí mismo. Y aunque parece el actor perfecto de su propia tragedia (en raras y casi podríamos decir geniales ocasiones, el farsante prefiere la comedia), es más director que ejecutante. Porque no es tanto un maestro del hacer como del planear. Más que realizador es estratega de su propio sino. Y es que aunque preferiría ser el ingenuo artesano de una historia, carece del compromiso, pero sobre todo de la humildad que tal papel demanda. Mortal superdotado de delirios, no podría resignarse a una vida honesta y llana.