22 ago 2011

Manifiesto

Yo no nací con espíritu aventurero. Las moscas se alegran cuando me ven cerca, leyendo mi libro o preparando mi comida. Los árboles se alegran también cuando me cobijan. Los días se regocijan al verme pasar, tranquilo, con todos mis sueños echados a la siesta bajo el sombrero. Las noches me saludan mientras escribo sin la guía de la luz. Las huellas de otros me reciben como si estuvieran esperándome. Yo las sigo con devoción.

Yo no tengo más camino que el del tiempo y los árboles y las noches y las moscas y los otros. Soy un hueco por el que el mundo entra, como el hilo por el ovillo de la aguja. Yo tejo el tiempo con mi pensamiento de triste bandera mecida por el viento. Yo coso los atardeceres con las sonrisas de los niños y el correr torpe de los cachorros; la brisa marina con el trigo que se mece dorado y sereno a la orilla de la carretera.

Los lugares, los nombres, los momentos...todo lo vivido...retazos que voy hilando y deshilando en el vestido que ha de abrigar a mi muerte silenciosa. Tómalo, úsalo como una insignia de guerra que narre a todos a dónde has ido. Llévame contigo hasta el altar de agua cristalina. Llévame al remanso donde ya espero, donde sigo escribiendo desde la oscuridad.

Llévame sin prisa, llévame amorosa, así como he vivido...sin violencia ni aventura ni atropello. Sentada tranquila a la sombra del mundo, yo también te cobijo.

ΜΥΚHΝΕΣ, 2011